Corona de los viejos son los hijos de los hijos; Y la honra de los hijos, sus padres.
Corona de honra es la vejez, Que se hallará en el camino de justicia.
Generación á generación narrará tus obras, Y anunciarán tus valentías.
EMPERO tú, habla lo que conviene á la sana doctrina: Que los viejos sean templados, graves, prudentes, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia. Las viejas, asimismo, se distingan en un porte santo; no calumniadoras, no dadas á mucho vino, maestras de honestidad: Que enseñen á las mujeres jóvenes á ser predentes, á que amen á sus maridos, á que amen á sus hijos, A ser templadas, castas, que tengan cuidado de la casa, buenas, sujetas á sus maridos: porque la palabra de Dios no sea blasfemada.
Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida: y enseñarlas has á tus hijos, y á los hijos de tus hijos;
El bueno dejará herederos á los hijos de los hijos; Y el haber del pecador, para el justo está guardado.
Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo: yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.
Mas la misericordia de Jehová desde el siglo y hasta el siglo sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
Trayendo á la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual residió primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice; y estoy cierto que en ti también.
Enséñanos de tal modo á contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.
Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes; Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto. Y que en él no hay injusticia.
Mozo fuí, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su simiente que mendigue pan.
Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; Que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo justificará al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre los terceros, y sobre los
El corazón alegre produce buena disposición: Mas el espíritu triste seca los huesos.