Ni palabras torpes, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias.
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.
SED, pues, imitadores de Dios como hijos amados: Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave. Pero fornicación y toda inmundicia, ó avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene á santos; Ni palabras torpes, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ó inmundo, ó avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues aparceros con ellos; Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor....
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.
Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.
Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio;
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
Tal es el hombre que daña á su amigo, Y dice: Ciertamente me chanceaba.
YO pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados; Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos á los otros en amor; Solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Un cuerpo, y un Espíritu; como sois también llamados á una misma esperanza de vuestra vocación: Un Señor, una fe, un bautismo, Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros. Empero á cada uno de nosotros es dada la gracia conforme á la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo á lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dió dones á los hombres. (Y que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero á las partes más bajas de la tierra? El que descendió, él mismo es el que también subió sobre todos los cielos para cumplir todas las cosas.)...
No mintáis los unos á los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.