Mas á los temerosos é incrédulos, á los abominables y homicidas, á los fornicarios y hechiceros, y á los idólatras, y á todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.
HUYE el impío sin que nadie lo persiga: Mas el justo está confiado como un leoncillo.
El temor del hombre pondrá lazo: Mas el que confía en Jehová será levantado.