No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre.
Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
NUN. Lámpara es á mis pies tu palabra, Y lumbrera á mi camino.
Retén la forma de las sanas palabras que de mi oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.
DEL hombre son las disposiciones del corazón: Mas de Jehová la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios en su opinión: Mas Jehová pesa los espíritus. Encomienda á Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados. Todas las cosas ha hecho Jehová por sí mismo, Y aun al impío para el día malo. Abominación es á Jehová todo altivo de corazón: Aunque esté mano sobre mano, no será reputado inocente. Con misericordia y verdad se corrige el pecado: Y con el temor de Jehová se apartan del mal los hombres. Cuando los caminos del hombre son agradables á Jehová, Aun á sus enemigos pacificará con él. Mejor es lo poco con justicia, Que la muchedumbre de frutos sin derecho. El corazón del hombre piensa su camino: Mas Jehová endereza sus pasos. Adivinación está en los labios del rey: En juicio no prevaricará su boca....
Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de pecados.
TODO aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios: y cualquiera que ama al que ha engendrado, ama también al que es nacido de él. En esto conocemos que amamos á los hijos de Dios, cuando amamos á Dios, y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos. Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente, sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el Espírtiu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, y el agua, y la sangre: y estos tres concuerdan en uno. Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor; porque éste es el testimonio de Dios, que ha testificado de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo: el que no cree á Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de su Hijo....
Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día.
Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.