Porque no te has de inclinar á dios ajeno; que Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.
El corazón apacible es vida de las carnes: Mas la envidia, pudrimiento de huesos.
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo tiempo:
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
DEJANDO pues toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y envidias, y todas las detracciones,
No seamos codiciosos de vana gloria, irritando los unos á los otros, envidiándose los unos á los otros.
NO tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos:
Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha;
Porque también éramos nosotros necios en otro tiempo, rebeldes, extraviados, sirviendo á concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y en envidia, aborrecibles, aborreciendo los unos á los otros.
Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
Es hinchado, nada sabe, y enloquece acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, maledicencias, malas sospechas,