Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu;
Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
EL vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; Y cualquiera que por ello errare, no será sabio.
Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando á quien devore:
Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios.
¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, Y como basilisco dará dolor: Tus ojos mirarán las extrañas, Y tu corazón hablará perversidades. Y serás como el que yace en medio de la mar, O como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Hiriéronme, mas no me dolió; Azotáronme, mas no lo sentí; Cuando despertare, aun lo tornaré á buscar.
Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado,
Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, ó se ofenda ó sea debilitado.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne: Porque el bebedor y el comilón empobrecerán: Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
Fornicación, y vino, y mosto quitan el corazón.
Mas ahora os he escrito, que no os envolváis, es á saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó maldiciente, ó borracho, ó ladrón, con el tal ni aun comáis.
Los diáconos asimismo, deben ser honestos, no bilingües, no dados á mucho vino, no amadores de torpes ganancias;
Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino á los de amargo ánimo: Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden.
Las viejas, asimismo, se distingan en un porte santo; no calumniadoras, no dadas á mucho vino, maestras de honestidad:
No bebas de aquí adelante agua, sino usa de un poco de vino por causa del estómago, y de tus continuas enfermedades.