El que presto se enoja, hará locura: Y el hombre malicioso será aborrecido.
LA blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra áspera hace subir el furor.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
Mejor es el que tarde se aira que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
El que tarde se aira, es grande de entendimiento: Mas el corto de espíritu engrandece el desatino.
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse:
Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo; Ni deis lugar al diablo.
La cordura del hombre detiene su furor; Y su honra es disimular la ofensa.
El hombre iracundo mueve contiendas: Mas el que tarde se enoja, apaciguará la rencilla.
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.
No os venguéis vosotros mismos, amados míos; antes dad lugar á la ira; porque escrito está: Mía es la venganza: yo pagaré, dice el Señor.
Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
No seas vencido de lo malo; mas vence con el bien el mal.
No te apresures en tu espíritu á enojarte: porque la ira en el seno de los necios reposa.
Sufriéndoos los unos á los otros, y perdonándoos los unos á los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Crito os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia:
Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en manera alguna á hacer lo malo.
No te entrometas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos; Porque no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.
El hombre iracundo levanta contiendas; Y el furioso muchas veces peca.
Porque es menester que el obispo sea sin crimen, como dispensador de Dios; no soberbio, no iracundo, no amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias; Sino hospedador, amador de lo bueno, templado, justo, santo, continente;
Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo; Ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más; antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar al que padeciere necesidad. Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención. Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.
Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos á los otros en amor;
Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.
Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe,
El necio luego al punto da á conocer su ira: Mas el que disimula la injuria es cuerdo.