El que guarda su boca guarda su alma: Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse:
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.
Ni palabras torpes, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias.
LA blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra áspera hace subir el furor.
El corazón del justo piensa para responder: Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal; para que sepáis cómo os conviene responder á cada uno.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
La sana lengua es árbol de vida: Mas la perversidad en ella es quebrantamiento de espíritu.