Fué pues palabra de Jehová á mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te dí por profeta á las gentes. Y yo dije: Ah! ah! Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y díjome Jehová: No digas, soy niño; porque á todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré. No temas delante de ellos, porque contigo soy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar.
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal; para que sepáis cómo os conviene responder á cada uno.
Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir; Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir.
Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien significante, ¿cómo se entenderá lo que se dice? porque hablaréis al aire.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dió la boca al hombre? ¿ó quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿no soy yo Jehová?