Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.
Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga á su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga á la ley; pero si tú juzgas á la ley, no eres guardador de la ley, sino juez. Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder: ¿quién eres tú que juzgas á otro?
Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina.
El necio luego al punto da á conocer su ira: Mas el que disimula la injuria es cuerdo.
Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.
Mas tú ¿por qué juzgas á tu hermano? ó tú también, ¿por qué menosprecias á tu hermano? porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará á Dios. De manera que, cada uno de nosotros dará á Dios razón de sí.
Oísteis que fué dicho: Amarás á tu prójimo, y aborrecerás á tu enemigo. Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos.
No digas, yo me vengaré; Espera á Jehová, y él te salvará.
No te vengarás, ni guardarás rencor á los hijos de tu pueblo: mas amarás á tu prójimo como á ti mismo: Yo Jehová.
Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo;
El odio despierta rencillas: Mas la caridad cubrirá todas las faltas.
Por cuanto todos pecaron, y están distituídos de la gloria de Dios;
RECIBID al flaco en la fe, pero no para contiendas de disputas.