Ni palabras torpes, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias.
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca. No mintáis los unos á los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, Y revestídoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme á la imagen del que lo crió;
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal; para que sepáis cómo os conviene responder á cada uno.
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
Mas evita profanas y vanas parlerías; porque muy adelante irán en la impiedad.
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio;
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.
Enseñándonos que, renunciando á la impiedad y á los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente,
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse: