He aquí, heredad de Jehová son los hijos: Cosa de estima el fruto del vientre.
Honra á tu padre y á tu madre, que es el primer mandamiento con promesa,
La vara y la corrección dan sabiduría: Mas el muchacho consentido avergonzará á su madre.
Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada; Y su marido también la alabó. Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú las sobrepujaste á todas.
Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre.
El ojo que escarnece á su padre, Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos lo saquen de la arroyada, Y tráguenlo los hijos del águila.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre:
El que maldice á su padre ó á su madre, Su lámpara será apagada en oscuridad tenebrosa.
Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte. Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte; Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,
Las sentencias de Salomón. EL hijo sabio alegra al padre; Y el hijo necio es tristeza de su madre.
Hay generación que maldice á su padre, Y á su madre no bendice.
¿Olvidaráse la mujer de lo que parió, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti.
Porque tú poseiste mis riñones; Cubrísteme en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.
Oye á tu padre, á aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia. Mucho se alegrará el padre del justo: Y el que engendró sabio se gozará con él. Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te engendró.
Cada uno temerá á su madre y á su padre, y mis sábados guardaréis: Yo Jehová vuestro Dios.
El que ama padre ó madre más que á mí, no es digno de mí; y el que ama hijo ó hija más que á mí, no es digno de mí.
¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí?
Porque varón que maldijere á su padre ó á su madre, de cierto morirá: á su padre ó á su madre maldijo; su sangre será sobre él.
Y como vió Jesús á la madre, y al discípulo que él amaba, que estaba presente, dice á su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo.