Alzad vuestras manos al santuario, Y bendecid á Jehová.
No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
He aquí que en las palmas te tengo esculpida: delante de mí están siempre tus muros.
Y sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros: Y ordena en nosotros la obra de nuestras manos, La obra de nuestras manos confirma.
Dadle el fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.
HE aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni hase agravado su oído para oir:
Y hacía Dios singulares maravillas por manos de Pablo:
No obstante, proseguirá el justo su camino, Y el limpio de manos aumentará la fuerza.
Y la mano del Señor era con ellos: y creyendo, gran número se convirtió al Señor.
Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían á él; y él poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos, los bendijo.
Porque yo Jehová soy tu Dios, que te ase de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudé.
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
No descuides el don que está en ti, que te es dado por profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;