Mejor es vivir en un rincón de zaquizamí. Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
Mejor es morar en tierra del desierto, Que con la mujer rencillosa é iracunda.
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.
Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo.
Y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey.
Y vosotros, padres, no provoquéis á ira á vuestros hijos; sino fhhijos; sino fh amonestación del Señor.
Padres, no irritéis á vuestros hijos, porque no se hagan de poco ánimo.
Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene.
Gotera continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes: El que pretende contenerla, arresta el viento: O el aceite en su mano derecha.
Casadas, estad sujetas á vuestros maridos, como conviene en el Señor.
Amándoos los unos á los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos á los otros;
CUANTO á las cosas de que me escribisteis, bien es al hombre no tocar mujer. Mas á causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido. El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido. La mujer no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido: é igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la mujer. No os defraudéis el uno al otro, á no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en la oración: y volved á juntaros en uno, porque no os tiente Satanás á causa de vuestra incontinencia. Mas esto digo por permisión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo: empero cada uno tiene su propio don de Dios; uno á la verdad así, y otro así. Digo pues á los solteros y á las viudas, que bueno les es si se quedaren como yo. Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse. Mas á los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se aparte del marido;...