Honra á Jehová de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos;
El rico se enseñoreará de los pobres; Y el que toma prestado, siervo es del que empresta.
Esto empero digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará.
Mas ahora se requiere en los dispensadores, que cada uno sea hallado fiel.
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano á la vida eterna.
Ve á la hormiga, oh perezoso Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida Y allega en el tiempo de la siega su mantenimiento.
Tesoro codiciable y pingüe hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato lo disipará.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón á tus rebaños:
No trabajes por ser rico; Pon coto á tu prudencia. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo.
Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová de los ejércitos.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón á tus rebaños: Porque las riquezas no son para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones? Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y segaránse las hierbas de los montes. Los corderos para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo: Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.
Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladronas minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre.