2Porque el que habla en lenguas, no habla á los hombres, sino á Dios; porque nadie le entiende, aunque en espíritu hable misterios. 3Mas el que profetiza, habla á los hombres para edificación, y exhortación, y consolación. 4El que habla lengua extraña, á sí mismo se edifica; mas el que porfetiza, edifica á la iglesia. 5Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis lenguas, empero más que profetizaseis: porque mayor es el que profetiza que el que habla lenguas, si también no interpretare, para que la iglesia tome edificación.
6Ahora pues, hermanos, si yo fuere á vosotros hablando lenguas, ¿qué os aprovecharé, si no os hablare, ó con revelación, ó con ciencia, ó con profecía, ó con doctrina? 7Ciertamente las cosas inanimadas que hacen sonidos, como la flauta ó la vihuela, si no dieren distinción de voces, ¿comó se sabrá lo que se tañe con la flauta, ó con la vihuela? 8Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se apercibirá á la batalla? 9Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien significante, ¿cómo se entenderá lo que se dice? porque hablaréis al aire. 10Tantos géneros de voces, por ejemplo, hay en el mundo, y nada hay mudo; 11Mas si yo ignorare el valor de la voz, seré bárbaro al que habla, y el que habla será bárbaro para mí....