3El marido pague á la mujer la debida benevolencia; y asimismo la mujer al marido. 4La mujer no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido: é igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la mujer. 5No os defraudéis el uno al otro, á no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en la oración: y volved á juntaros en uno, porque no os tiente Satanás á causa de vuestra incontinencia.
6Mas esto digo por permisión, no por mandamiento. 7Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo: empero cada uno tiene su propio don de Dios; uno á la verdad así, y otro así.
8Digo pues á los solteros y á las viudas, que bueno les es si se quedaren como yo. 9Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse.