2Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar; 3No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia; 4Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad; 5(Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) 6No un neófito, porque inflándose no caiga en juicio del diablo. 7También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo.