1CUANDO fueres á la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oir que para dar el sacrificio de los necios: porque no saben que hacen mal. 2No te des priesa con tu boca, ni tu corazón se apresure á proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras. 3Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
4Cuando á Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla; porque no se agrada de los insensatos. Paga lo que prometieres. 5Mejor es que no prometas, que no que prometas y no pagues. 6No sueltes tu boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? 7Donde los sueños son en multitud, también lo son las vanidades y muchas las palabras; mas tú teme á Dios.