(H39-22) ¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho? (H39-23) ¿Le intimidarás tú como á alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable: (H39-24) Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas: (H39-25) Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada. (H39-26) Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica: (H39-27) Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina; (H39-28) Antes como que dice entre los clarines: Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.
El caballo se apareja para el día de la batalla: Mas de Jehová es el salvar.
He aquí nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo.
Y serán sus caballos más ligeros que tigres, y más agudos que lobos de tarde; y sus jinetes se multiplicarán: vendrán de lejos sus caballeros, y volarán como águilas que se apresuran á la comida.
Y TORNÉME, y alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de metal. En el primer carro había caballos bermejos, y el segundo carro caballos negros, Y en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos ruciorodados. Respondí entonces, y dije al ángel que conmigo hablaba: Señor mío, ¿qué es esto? Y el ángel me respondió, y díjome: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen de donde están delante del Señor de toda la tierra. En el que estaban los caballos negros, salieron hacia la tierra del aquilón; y los blancos salieron tras ellos; y lo overos salieron hacia la tierra del mediodía. Y los rucios salieron, y se afanaron por ir á recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra.
Ahora echo de ver que Jehová guarda á su ungido: Oirálo desde los cielos de su santidad, Con la fuerza de la salvación de su diestra. Estos confían en carros, y aquéllos en caballos: Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
(H39-22) ¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho? (H39-23) ¿Le intimidarás tú como á alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable: (H39-24) Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas: (H39-25) Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada. (H39-26) Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica: (H39-27) Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;
Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y pelea. Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno entendía sino él mismo. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes: y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Y vi un ángel que estaba en el sol, y clamó con gran voz, diciendo á todas las aves que volaban por medio del cielo: Venid, y congregaos á la cena del gran Dios, Para que comáis carnes de reyes, y de capitanes, y carnes de fuertes, y carnes de caballos, y de los que están sentados sobre ellos; y carnes de todos, libres y siervos, de pequeños y de grandes Y vi la bestia, y los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fué presa, y con ella el falso profeta que había hecho las señales delante de ella, con las cuales había engañado á los que tomaron la señal de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego a...
(H39-24) Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas: (H39-25) Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada. (H39-26) Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica: (H39-27) Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;
Despalmáronse entonces las uñas de los caballos Por las arremetidas, por los brincos de sus valientes.
El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, Y la vara para la espalda del necio.
¿El que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran?
Sus saetas amoladas, y todos sus arcos entesados; las uñas de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino.
Estos confían en carros, y aquéllos en caballos: Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
Uncid caballos, y subid, vosotros los caballeros, y poneos con capacetes; limpiad las lanzas, vestíos de lorigas.
Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y pelea. Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno entendía sino él mismo. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes: y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó á los dos: y Elías subió al cielo en un torbellino.
Tenía además de esto Salomón cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.